¡Oh Señora mía y Madre mía, Reina del Cielo, intercede por nuestras necesidades y en especial por las de mis hijos, ante Dios nuestro Señor, fruto bendito de tu vientre, Jesús.
¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía!!
Que estas palabras sean grito de mi corazón desde la aurora ¡Oh María! que tu bendición los defienda, los guarde, los acompañe, los sostenga y los anime en todas las cosas y en todas partes.
Cuando doblen sus rodillas y se postren en la presencia del Señor, le ofrezcan sus ofrendas de oración y alabanza, ¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía!!
Cuando se dirijan al trabajo o a la escuela, donde el deber los llame; cuando pasen de una actividad a otra, a cada movimiento que hagan, a cada paso que den y a cada nueva acción, ¡¡Socorre a mis hijos Madre mía !!
¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía!!
Cuando la prueba venga a ejercitar su debilísima virtud y el cáliz del sufrimiento se muestre ante sus ojos, cuando la Divina Misericordia quiera instruirlos y purificar por el sufrimiento, ¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía!!
Cuando la maldad, desencadenada contra ellos, se empeñe en seducirlos con los atractivos del deseo, las violentas tentaciones y los malos ejemplos, ¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía !! Cuídalos y protégelos de todo mal.
Cuando en la noche se vayan a descansar a fin de continuar con nuevo fervor al día siguiente, su camino hacia la eterna patria, ¡¡ Socorre a mis hijos Madre mía !!
Que tu Bendición, descienda sobre ellos, Madre mía, en la noche y en el día, en el consuelo y en la tristeza, en el descanso, en el trabajo, en la enfermedad y en la salud, en la vida y en la muerte. Así sea. AMEN
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